domingo, 26 de junio de 2011

PRV-37: el MontCabrer

Por fin he subido al Montcabrer después de varios intentos y no por que lo impidieran las condiciones ambientales, si no las sociales. La subida la he hecho solo en compañía de mis amigos ausentes.
Seguí los consejos de Chema, un compañero de trabajo, y cuando llegué a Cocentaina me dirigí hacia la ermita de San Cristòfol donde pude aparcar el coche e iniciar desde allí el recorrido. Este lugar dispone de una fuente y de un bar restaurante, donde se pueden reponer fuerzas una vez finalizado el recorrido.

La senda la inicio desde la ermita hacia las 9 de la mañana y rápidamente se inicia el ascenso por la vertiente norte de las estribaciones de la Sierra de Mariola. Esta subida es muy agradable por la sombra que proyectan los árboles y por la posibilidad de refrescarse con el agua que mana de las diversas fuentes que  voy encontrando, como las fuentes Huit Piletes y Sanxo.

Al fondo se distingue Cocentaina.
Unas dos horas después alcanzo la cima del Moncabrer, la pendiente se ha hecho más suave en este último tramo de ascenso, la vista panorámica se ve afectada por la bruma aunque no deja de ser espectacular. Mi dispositivo GPS indicaba 1436 m en la cima, mientras que en la ermita señalaba 578 m, un desnivel de 858 m.
Autofoto en el punto geodésico del Montcabrer (a mi alrededor los amigos ausentes).
Después de beber agua y comer un "chorisico de Tito" me animo a realizar el descenso y lo hago por la opción más larga, siguiendo al pie de la letra las marcas del PRV-37. Y eso debido a que, esta vez no han fallado las pilas de los aparatos electrónicos, se me ha olvidado coger el mapa y las indicaciones de la ruta que me había preparado con antelación, pero se me ocurrió la brillante idea de hacerle una foto al mapa del panel informativo ubicado en la ermita y ante cualquier duda consultaba la foto en la cámara.
Las Penyes Monteses vistas desde el Montcabrer.
Al tomar el descenso por el barranco del Carrascalet, la pendiente es muy pronunciada y las piedras sueltas en el camino hicieron que resbalara por dos veces consecutivas, que me produjeron un tirón muscular en la pierna izquierda que me impidió llevar un ritmo de marcha alegre, esto unido al Sol implacable y a cinco kilómetros adicionales no previstos me dejaron exhausto a mi llegada de nuevo a la ermita.
El agua fresca, el apetitoso bocadillo y la hospitalidad del bar restaurante me devolvieron a la vida. Y las conversaciones de los grupos de personas que allí se encontraban me hicieron recordar que en otras ocasiones yo también pertenezco a un grupo de amigos, hoy ausentes.

La descripción completa de este recorrido se encuentra en este enlace.

1 comentario:

  1. Es una ruta muy bonita, y puedes ver enfrente el Benicadell y el pantano de Beniarrés.

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